Lo mejor está por venir…
Por Gilbert Aubert
En un entorno donde la pandemia aún paraliza muchas actividades económicas, donde muchas personas tratan de prosperar en el nuevo mundo del trabajo virtual, donde otras siguen tratando de adaptarse a la incertidumbre que está presente en todo momento, donde muchos hemos visto partir al descanso eterno a compañeros, amigos y familiares, es normal preguntarnos y sentirnos algo confundidos acerca de cómo será el año por venir.
Como estamos a pocos días de cerrar el que, sin duda alguna, ha sido uno de los años más complicados que hemos vivido, es muy conveniente e importante aprovechar los días festivos para la reflexión y preguntarnos entre otras cosas, ¿Qué aprendí este año?
Y si queda algo claro sobre este año, es que la pandemia que atravesamos reafirma la necesidad de prepararnos todos en el manejo de las emociones.
El manejo inteligente de las emociones nos permite navegar a través de las situaciones difíciles y la vida diaria es nuestro mejor laboratorio de aprendizaje. Como la inteligencia emocional es una habilidad, y no un rasgo, se puede aprender. Son precisamente los retos, obstáculos, adversidades, y nuestras relaciones interpersonales, donde encontramos las mejores oportunidades para nuestro desarrollo.
El futuro de todos depende de nuestra capacidad para aprender. En tiempos de cambio la única alternativa que nos queda es aprender a un ritmo mayor que el de nuestro entorno. Esto es que las fuerzas impulsoras del cambio no sean más grandes que nuestras fuerzas restrictivas, siempre debe de haber un balance, porque si no existe, la brecha será cada vez más grande. Lamentablemente, en el ámbito tecnológico esto se acrecentará entre las sociedades más desarrolladas y las más pobres.
Aprender a liderar el ámbito personal, se vuelve otra necesidad urgente. Es cuando se está consciente de la manera cómo uno piensa y actúa, es cuando se alcanza la seguridad y la autoestima necesarias para vencer barreras mentales, enriquecer las actitudes, los hábitos, la calidad de vida y el carácter del individuo, es aprovechar al máximo los dones propios. Es la relación de yo con yo mismo, buscar y descubrir sentido, propósito y significado a la vida, el creer que lo que se hace vale la pena, que nos permita disfrutar más, sufrir menos y dejar a nuestros hijos un mundo más humano.
Este fin de año vale la pena reflexionar sobre los cambios que se van produciendo poco a poco a nuestro alrededor sin que nos demos cuenta, como la pérdida de valores en la sociedad, el enfriamiento de las relaciones de pareja, o la pérdida del miedo al Covid en las fiestas navideñas.
Estoy seguro de que el año que viene traerá consigo la energía para que todos tengamos la voluntad y actitud para aprender, crecer, cambiar y actuar. Por eso sabemos que lo mejor está por venir…
Pensamiento:
“Tu talento determina lo que puedes hacer.
Tu motivación determina cuánto estás dispuesto a hacer.
Tu actitud determina qué tan bien lo haces”
– Lou Holtz
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