No es fácil aceptar la responsabilidad personal por nuestra conducta y por nuestros resultados. Por naturaleza humana la mayoría prefiere pasar la pelota, o sea culpar a los demás, culpar a la economía, culpar al gobierno, etc. Sin embargo cuando las cosas van mal en mi trabajo o en mi vida, siempre se puede encontrar al autor o coautor… en el espejo. Este “ajuste” en nuestra actitud puede sonar como una cosa pequeña, pero tiene tal impacto que puede hacer una gran diferencia en nuestras vidas.
En las organizaciones angloparlantes se acostumbre pedirle a sus gerentes tener “accountability”. En español no tenemos una palabra que exprese lo que eso significa, pero tenemos un concepto que lo refleja y se llama “Rendición de Cuentas”.
Una de las cosas más importantes que puede hacer un gerente en tiempos de cambio, es conseguir que los miembros de sus equipos entiendan cómo asumir la rendición de cuentas. Está probado que reconocer los problemas como áreas de oportunidad y crecimiento, no sólo le ayudará a la compañía, sino que le ayudará a cada uno de forma individual.
A través de una actitud de rendición de cuentas, las personas alcanzan más control sobre su destino, se convierten en contribuyentes activos en lugar de observadores pasivos, se gana reputación de ser un solucionador de problemas, se mejoran las oportunidades de carrera, se experimenta menos frustración e impotencia – todo lo cual lleva al éxito y conduce hacia una mejor salud física.
Tenemos la obligación de preguntarnos si el proceso de rendición de cuentas que tenemos en la organización es un sistema eficiente de retroalimentación, de evaluación del desempeño, y si nos facilita el conseguir resultados y valorar la competitividad. Por eso es esencial que todos los gerentes de la organización comprendan la importancia de establecer y practicar una eficaz rendición de cuentas.
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